Miguel Serrano
En su cumpleaños 82
1. Una Leyenda
Una estrella del austro cielo
mecida como un presagio luminoso
en el cráneo de Ymir,
anunció en las Tierras del Fuego y del Hielo
la venida de un bienaventurado,
que a la antigua fe de los perdedores
nueva fuerza iba a dar,
descubriendo los secretos
que los Dioses permitieran revelar,
y que a los hombres venidos del Norte
su origen divino hicieran recordar…
Con la memoria limpia,
y de la blanca mano de una mujer,
que más parecía un bello pensamiento
hecho carne y luz en la tierra,
recorrería el cielo y el infierno también,
buscando el umbral secreto,
la puerta estrecha
en la que sólo un alma puede caber,
buscando la entrada en la entraña
que le llevaría hasta Él.
Y un día de leyenda,
entre los hielos más meridionales que pueden haber
entre el azul del cielo y el rojo de la sangre—fuego,
allí donde el alma parece fallecer,
aplastada de montañas, de gélidos causes remotos,
de lluvias perpetuas y fantasmas blancos de ayer,
el otro mundo surgiría a sus pies…
Mas cercano que remoto,
el otro mundo surgiría a sus pies...
Y le bastó recordar,
un pensamiento bordado por manos de mujer,
sólo recordar,
para componer sus versos de oro,
recordar,
para entonar su canto de nostalgias,
para mostrar lo que nadie más podía ver,
que con una música hoy apenas audible,
de sonoridades que vienen con el viento del Sur,
acompañará hasta la última lágrima
a todo aquel peregrino del camino estrellado,
que busque en su alma lo que un día perdió…
que busque para encontrar
lo que alguien en el cielo parece esperar...
2. Una Reflexión
Fuimos tantos y tan pocos a la vez,
los conmovidos hasta darnos nueva vida,
nueva fe,
desde que iniciamos la marcha
definitiva,
al último torreón de nuestra sangre,
para esperar en vigilia siempre fiel
el pronto regreso del Vengador y su corte,
somos tantos y tan pocos hoy como ayer.
…Habrá sabido Fresia,
que a quién guiaba con su mano fuerte y antigua
en su lento caminar de cordilleras al mar,
habrá sabido Fresia —me pregunto—
lo que ese infante
un día al mundo iba a dar…
nueva luz a la humanidad blanca,
nuevas glorias para mi Chile…
Habrá sabido Fresia, ¡Oh Dioses!,
habrá sabido,
que sus oraciones al Alma de la Reina
un manto de protección
a su niño rubio iban a dar…
Me parece sentirla taconear,
deslizándose hacia mi
como entre velos remotos,
me parece saber la respuesta que me da…
como un secreto susurrado de su estirpe divina.
3. Un Homenaje
Y aquí estamos, tu y yo amada mía,
tan separados de ese hombre
que ronda esta casa entre lago y volcán,
mecida por las últimas tormentas del invierno,
tan separados por el tiempo,
como la Edad Dorada lo esta del Hierro,
tan separados por esos ríos de mi Chile
que corren al occidente a calmar su espanto,
separados por los hombres fugaces
que juegan en la ribera a las representaciones...
Y Aquí tu y yo, los desposados por su mano,
brindando un homenaje a su vida,
como los robles jóvenes que renacen
con hojas nuevas en un septiembre del sur,
en un tributo de fidelidad a la vida,
a ese Hombre que ni el olvido de todos me hará olvidar,
ese Hombre nacido de una flor
que a su flor hoy parece regresar,
al que esos guerreros y sacerdotisas
perdidos entre los hierros de este final,
debemos tanto como al Guía Supremo
que hizo de esta guerra nuestro modo de amar.
"Gran hombre de alba belleza solar,
de ojos como el cielo y como el mar,
de grandes manos paternas,
de Sonrisa que cobija al entrar,
no olvide este día,
cuando hablan mi familia y mi lar,
que usted pertenece a esa tierra
donde manos pulcras cuidan
el fuego de una casta,
a la que usted vino a alumbrar…"
viernes, 10 de septiembre de 1999
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