lunes, 10 de septiembre de 2007

Ascensión Andina


Elévate
Miguel Serrano,
Elévate sobre las sombras
de las ruinas de este Chile
traicionado.
Sube a los Andes
despiertos ya por tu fe,
sube a la roca señalada
del destino
UR,
y cúbrenos hasta el fin
de la tierra y el sol,
con tu mirada desbordante
de luz azul, fría.
¡Oh! camino del retorno,
voz recóndita de la Belleza Verdadera
poético danzar del verbo hecho hombre,
elévate sobre nosotros.
Y será el peregrino rastro
de tus nostálgicos continuadores
tu permanencia,
tu último gesto.
Levántate hoy gigante
de los Andes,
Levántate ya despierto
Miguel Serrano,
Resucita del espanto,
Elévate mirando al nuevo Sol
Y resucita-NOS
¡SERRANO!


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Frater Juan:

Hoy es un día que se cubre de recuerdos ante esa presencia imborrable en nuestras vidas que redibujó nuestro mundo interior ya liberado de opresiones monoteístas, ya libre de esas formas caducas que están sólo para ser superadas por nuestra concepción superior de la vida... Y ahí tienes al hombre de los Andes y su posibilidad de salvarnos a todos, en NOS, ahí lo tienes a punto de saltar a su "Flor Inexistente", mientras cumple 90 años de fidelidad a la voz secreta e inviolada de la sangre. Miguel Serrano el poeta coronado de laureles ya comienza a ser historia, pero en nosotros, que fuimos sus servidores, y que seremos sus inspirados deudores, guardamos hoy silencio respetuoso y le hablamos ahora sobre la frente, a quien ya no está en los ojos, sino más arriba, escuchando igual que antes, azul, azul, porque le hablamos a ojos verdaderos de quien ahora es parte de nuestros sueños.

Frater Juan, escribí cerca de la medianoche estas palabras de homenaje, esta invocación a quien ya nada siente por sí mismo, bienaventurado sea. Me hará usted el bien de dejar en sus manos este pergamino y olvidarnos luego de todo, hasta de las explicaciones que ya sobran. Una parte de él quizás lea y entone la canción de la lealtad y otra olvidará quien soy, quien escribe ese llamado final, pero algo sucederá hoy, algo que no sospechamos frente a la inmensidad de esas fuerzas que nos sobrepasan, porque el ciclo solar que se cumple en sus huesos y en sus cuencas vacías, señala el fin del hombre. Y hoy, qué más puede importar, hoy cuando hemos demostrado cuan fieles podemos ser, cuan agradecidos estaremos por siempre ante esa montaña que ha "despertado" en nosotros la posibilidad cierta de ser más que un Dios...


Frater Wolfram
ALAF SAL FENA

Frente a la Isla de las Brumas, 10 de septiembre de 2007.

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